Mi segundo nombre no es peligro
Yo por Dentro
Siguiendo con el reconocimiento intrapersonal, añadiré a la lista de cualidades que hacen de mí un muchacho amargo y aburrido, lo siguiente: Siempre creí que hacerse la rata era cosa de giles.
Cuando realmente no tenía ganas de ir al colegio, yo simplemente se lo decía a mi vieja, y faltaba. Al fin y al cabo, lo malo de ir al colegio no era entrar al mismo, sino tener que levantarme temprano, dejar de dormir y salir a tomar frío en los meses menos felices. Mi mente de niño era lo suficientemente lúcida como para saber que tales desgracias uno no las evita paseando por las veredas del barrio como un vagabundo a las ocho de la mañana. Y la tarea la debería de pedir de todas maneras.
En mi caso, la escuela quedaba (y queda) a seis cuadras de mi casa. Exponerme a que cualquier vecino metido me reconociese como al hijo de mi madre y me llevase de una oreja junto a ella (o le fuese a hacer las veces de alcahuete), bueno, no habría sido mi idea de la aventura.
Cuando realmente no tenía ganas de ir al colegio, yo simplemente se lo decía a mi vieja, y faltaba. Al fin y al cabo, lo malo de ir al colegio no era entrar al mismo, sino tener que levantarme temprano, dejar de dormir y salir a tomar frío en los meses menos felices. Mi mente de niño era lo suficientemente lúcida como para saber que tales desgracias uno no las evita paseando por las veredas del barrio como un vagabundo a las ocho de la mañana. Y la tarea la debería de pedir de todas maneras.
En mi caso, la escuela quedaba (y queda) a seis cuadras de mi casa. Exponerme a que cualquier vecino metido me reconociese como al hijo de mi madre y me llevase de una oreja junto a ella (o le fuese a hacer las veces de alcahuete), bueno, no habría sido mi idea de la aventura.
Tenes toda la razón. Supongo que la idea de hacerse la rata venia de la idea misma de peligro y no tanto de las ganas de no ir a la escuela... Yo me hice la rata una sola vez en mi vida, y mas por el hecho de poder decir que alguna vez lo habia hecho que por el hecho en si. Encima mi colegio quedaba a una cuadra de mi casa, asi que tuve que tomarme un colectivo e ir a lo de una amiga... al pedo, definitivamente.
Es cierto eso, cosa mas al pedo no hay (bueno, si hay pero es una manera de decir). A mi me bastaba con romperle las pelotas a mi vieja un rato para que me dejase faltar. Yo iba al colegio a la tarde y no iba a atravesar la tortura de cagarme de frío o de calor con la pollera (que encima picaba) por hacerme la viva. Menos si tenía la posibilidad de quedarme en mi casa libre de culpa y cargos. Y yo también vivia cerca del colegio, como mis hermanos iban a la mañana corría el riesgo de cruzarmelos y que le cuenten a mi vieja, demasiadas cosas para andar planeando por una rateada.
Además... en la tele a esa hora daban los Thundercats...
yo tenía un trato con mi vieja, faltaba cuando quería siempre que ella supiera. Y me rateaba cuando quería también pero debiá dejar de traer los guardapolvos manchados de la tiza azul de los pooles...
mayormente, yo me quedaba durmiendo y al rato iban cayendo las chicas a seguir torrando o ver alguna peli...
¡Hoa! ¿Quieren ser mis mejores amigos?
Esto de los blogs es para gente sensata y de similar resistencia al madrugón, aparentemente. Elegir cuando faltar era lo bueno de ser responsable y administrar las faltas con sabiduría.
Creo que depende de la relación que uno tenga con los viejos. Si son más o menos copados y no te hacen mucho lío porque faltes algún día de esos pedorros de invierno, entonces la rata pierde su razón de ser.
Supongo que tener buenas notas también te da el "derecho" a faltar, pero nunca fue mi caso. Siempre me fue para el orto. Y no solo que me habré hecho la rata dos o tres veces en mi vida, sino que un par de veces hasta me equivoqué y fui un sábado y puede que algún feriado. Me quería matar.
jaja chabón tal cual!! creo que si alguna vez me rateé fue de llegar a la puerta del colegio y volver a mi casa. O irme antes de la hora indicada, una vez.
Pero si, le decía a mi vieja y listo. Y la primaria quedaba a 4 cuadras y la secundaria a tres, así que va lo mismo, no tenía gracia alguna.
Al hecho de considerarme una mujer responsable, íntegra y lo bastante valiente como para decirle a mi mamá 'hoy no quiero ir a la escuela', se suma el hecho que mi papá era tachero, en una ciudad bastante pequeña, por lo que no había lugar en el que pudiera esconderme. Digamos que asumía la responsabilidad porque no quedaba otra.
El faltazo con autorización es uno de mis grandes orgullos, junto a que no lloré el primer día del Jardín.
Sin embargo, yo opino que, si la cuestión es escapar y ocultárselo a la autoridad, más vale ratearse al trabajo y que no se entere el jefe!
opps, paradójicamente, en mi caso, ratearme al trabajo y al colegio, son la misma cosa...
A mi mi mamá me dejaba faltar tooodo lo que quería, pero así y todo me vivía rateando porque a mis amigas no las dejaban, y mi vieja me dejaba faltar a mi, pero no las amparaba a ellas si las madres llamaban ( o sea "yo no les voy a mentir", me decía).
Y mis rateadas no eran ningún tomar frío por ahí. Eran maravillosas.
Pasábamos toda la mañana en el zoológico (que era gratis en ese entonces), o en el Botánico o dábamos vueltas por la Recoleta (cementerio inclusive) y lógicamente bosques de Palermo (por esos tiempos mítico lugar de rateadas durante el día) y siempre nos rateábamos en días de sol y en primavera, porque no recuerdo haber tomado frío.
Y fueron muuuy divertidos los "encuentros" con los padres que pasaron casi al lado nuestro (nos pasó dos veces) pero no nos vieron, lo que comprueba que los padres ven de los hijos lo que quieren.
igual, acerca de la famosa "rateada" me gustaria ampliar. porque hoy en dia la rateada es llegar hasta lapuerta y no entrar al colegio, cuando en verdad, la rateada rateada implicaba llegar a la escuela, dar el presente, e irse.
honorablemente, en mis años de niña rebelde lo hice, y me raje por la iglesia.
La verdad, es que Cosmo nos pintó la cara a todos. Que se yo, a mi me gusta mas dormir que ir al zoológico. Y los días de sol y pajaritos me ponen bastante incómodo.
Valiosísimo lo suyo, Frescura. Yo conocía tan sólo la última versión de la rateada.
Cualquier Boludo: Eso de ir sábados y feriados es una masa. Serías el único capaz de tener un 110% de asistencia a clases.
Luli: La felicito. Yo tampoco lloré en el jardín.
Lalu: Usted es grossa.
Hay que reconocer también, (pregúntenle a la Princesita de la Torre) que hoy en día los docentes no pueden agarrar al rateante del cogote, cosa que antes si se permitía y ayudaba al proceso de domesticación espiritual.
Creo que el caso más extermo es el mio, ya que cuando nos rateabamos con mis amigos... ¡¡¡nos ibamos a mi casa!!!
Yo no se si tenia viejos grossos, o era muy boludo, pero la verdad es que lo de la rata era más la excusa para puentear a un profe pesado que el sabor de la aventura.
Más que rata, era gauchada de tus viejos, peligrosamente comprensivos ellos, tal vez.
Somos dos!!
Mejor quedarse en casa durmiendo o haciendo lo que a uno más le gusta, que estar dando vueltas por ahí al recuete!
Eso sí, mis compañeros eran de los giles, es decir que les encantaba ratearse e ir al bajo de San Isidro a pavear por ahí.
Cosa que me hizo formar parte del grupo NO POPULAR rápidamente.
Chauchas y palitos...