Atrápalos ya!

Vida Diaria

Todos los días, tras una caminata de 20 minutos, llego a la estación del tren. Antes de subir por la escalerita a sacar boleto, tengo que cruzar las vías y pasar frente al más curioso de los personajes con los que me tropiezo indefectiblemente.

Un pokemón.

No estoy bromeando. Bueno, no sé si será un pokemón, pero se comporta como tal. Se llama –supongo- “Chipá”. Siempre dice lo mismo: Chiiiipááááááááááá… ¡chiiipa!, chipáááá. Cualquiera que haya oído hablar de la serie animada entiende el porqué de mis sospechas. Coherente en su organización psicofísica, esta criatura lleva consigo una canasta colmada de panes de mandioca.

Ayer intenté saludarlo, porque me miró a los ojos por accidente, o al menos eso quiero creer. Yo iba a abrir la boca para decirle: “Buen día” (mucho no hay de donde elegir) y saludarlo de allí en más, pero el me sonrió y se me adelantó diciendo: “chiipááááááááá… chiiiipaaaa, chipááááá…. ¡chipachipá! al tiempo que me miraba fijamente. No dijo ni “hola” ni “chipá calentito”, ni “a tantos pesos los chipáses”. Sobra decir que apuré el paso y me alejé de la criatura cuanto pude.

Al regresar a casa le conté el episodio a mi madre. Ella dice que soy un estúpido. Yo creo que tiene envidia porque soy de mente muy abierta.