Profesores, Segunda Parte
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6) El “buen profesor”. Creo que está todo dicho, ¿no? “El buen profesor” sabe cuando ponerse jodido y cuando relajarse. Si ve que el grupo no entiende, repite el tema varias veces quitando los detalles complejos, y si ve que se avanza a buen ritmo, saca el pie del acelerador y la clase aprende más de lo esperado. Toma exámenes sólo cuando lo cree necesario, y sus notas conceptuales son certeras, ya que mientras él vea que aprendés y te preocupás, no va a fastidiarte, pero si te hacés el piola y querés sacar partido de su bondad, no vas a poder hacerlo. Un valioso Salomón que premia a los buenos, castiga a los malos y se gana el cariño de la mayoría.
7) El “Brad Pitt/La Claire Forlani”. Este nace, no se hace, y también está claro: sus habilidades o capacidad docente no importan un pepino (injusto pero cierto). Obra perfecta de la creación, unas formas completamente angelicales lo dibujan maravillosamente. ¿Es políticamente correcto que las personas muy atractivas se dediquen a la docencia? Alguien debería hacer algo al respecto, ya bastante molestas son las hormonas como para andar echando leña “extra” al fuego. Si es “profesor” (su hobby es la poesía, tal vez el canto además de la natación), las chicas se quedan todo el recreo tratando de encontrar preguntas para hacerle, a fin de entretenerlo y perderse en esos ojos tan atractivos.... y si es “profesora”(en sus ratos libres va al gimnasio o toca el piano), los fulanos aprendemos poco, debido a que prestarle atención a lo que dice con esos labios (dos cárdenos gusanos que su lengua de miel aterciopela unidos en los picos y en las colas en apretado amor de macho y hembra) es tan, pero tan, pero tan difícil... aahh (suspiro)
8) El “complicado”. Pobre tipo... Imaginen cuan grande es el honor que hace a su nombre, que hasta describirlo resulta trabajoso. Y curiosamente ese es el problema al que él se enfrenta cada día: el de no poder transmitir su conocimiento. A nadie le quedan dudas de su sabiduría en la materia que dicta, pero tampoco es posible aprender un solo concepto. Un hombre que no sabe enseñar pero que lo intenta con pasión, ¿Es un mal profesor? “El complicado” pasa al pizarrón llevando la idea y dibuja garabatos durante quince minutos sin que nadie descifre nada de su discurso. Por supuesto, se queda convencido de que todos entendimos, debido a que nadie se atreve a pedir una segunda explicación que termine por confundirlo aún más. Diciembre y clases partículares para todos, por favor.
9) El “mal prejuzgado”. Mientras cursemos la materia bajo su mando, lo veremos como a la peor porquería que jamás haya pisado la superficie terrestre. Nos exigirá más de la cuenta, tomará mas exámenes que el resto de los profesores, nos obligará a leer apuntes aburridísimos y nos llenará la cabeza de datos a priori innecesarios, ganándose nuestro odio mas visceral... pero, saben que? A medida que pase el tiempo, sus enseñanzas cobrarán un valor inusitado. Para nuestra sorpresa, aplicaremos lo aprendido en sus clases a menudo, y lo recordaremos con cariño cada vez mayor, hasta que años después, un día, nos lo cruzaremos por la calle y lo saludaremos con una sonrisa sincera y absoluto respeto, brindándole el reconocimiento y el cariñoso abrazo de quien ha dejado de ser un papanatas para convertirse en una persona medianamente decente. Él nos saludará también con un gesto amistoso, y recordará nuestro nombre, rendimiento e incluso detalles que nosotros mismos habíamos olvidado. Padre del aula.
10) El “Doctor Jeckyll/Mr. Hyde”. Ser sobrenatural, nacido para desorientar a los educandos. Durante una clase es bueno, agradable, comprensivo... y a la otra semana se convierte en poco menos que un dictador recalcitrante. Lo malo es que uno no sabe como va a venir la mano hasta que se come un chiste referido al desempeño de la clase, o un examen sorpresa que afloja la carne de los menos preparados. En su casa debe tener problemas, pero sólo de vez en cuando, o un laboratorio la usanza inglesa del siglo XIX, de dónde obtiene los brebajes experimentales que modifican su predisposición hacia el alumnado. Estaría bueno que se decidiese de una vez, a ser malo o bueno... ahora que lo pienso, tal vez sean dos hermanos gemelos, resultando uno de ellos (el izquierdo según cuentan las historias), el malvado.