Cobré Kai
Yo por Dentro
Todos los niños de la cuadra se iban anotando, y uno no podía ser menos. Además, siempre me habían interesado las artes marciales de las películas y ese “no se qué” que tiene el poseer la capacidad de hacer daño con lo que se tenga a mano (una escoba, una espada, una banca en el senado, un cheque sin fondos). Entonces, empecé kung fu, “Shaolín” style.
Considerando que vuestro servidor no contaba con más de ocho o nueve años y se divertía mirando “La Isla de los Wittys” en la televisión, sobra aclarar que las artes marciales no lo hacían en absoluto más peligroso. Además, quien escribe era lo suficientemente listo y asmático como para entender que su madre podía hacer mucho mas daño, si era bien manipulada.
Uniforme negro, cinturón blanco en un principio, amarillo y verde luego. Y no era ni bueno ni malo en la disciplina. Simplemente, era. Y eso es mucho más de lo que puedo decir hoy en día. El caso es que llevaba yo mas o menos un año de hacer salto de rana y practicar rutinas (jugar a ser la mantis religiosa siempre fue de mis costumbres) cuando un nuevo niño (rubio, flaquito, de ojos claros) fue incorporado al grupo, proveniente de otra escuela de artes marciales. Recuerdo su nombre (David) y lo mucho que influyó en mi carrera como artista marcial. Porque nomás al segundo de iniciado el primer combate que tuvimos, me pateó en los testículos. En las mismísimas bolas. Rugby style.
¡Ay, ahí no! –dije. Más claro, imposible. Estuve flojo, porque debería de haber respondido con algo más ocurrente, que se yo. Algo así como: “Oh no, not in the baby makers!”
Todos los que hemos recibido una patada en los testículos sabemos que el dolor sube y se queda en la parte baja del estómago, provoca náuseas y se te afloja todo en un sudor helado. Mi mejor amigo de aquel entonces dijo algo obvio acerca de que eso no valía, que estaba prohibido, el resto de mis amigos lo apoyaron, el profesor chequeó mis signos vitales, luego regañó al agresor y al minuto, yo ya estaba preparado para seguir peleando. Esquivé una patada lateral y con un puñetazo al pecho conseguí un punto a mi favor. Como las peleas de práctica eran entre niños y debían ser breves para todos que tuviésemos tiempo de divertirnos sin matarnos, a los dos puntos (o dos minutos) se terminaban.
-¡Peleen! –dijo el profesor reanudando el combate.
Resumiré lo acontecido diciendo que a la segunda vez que te patean las bolas en menos de dos minutos, no te duele tanto, pero te caes lo mismo. No emití un solo sonido. Mientras aterrizaba, no pude evitar pensar en que mi rival tal vez no era tan buen deportista. Mis sospechas aumentaron todavía más cuando, desde el piso, lo vi sonreírse, levantar los brazos y decir: “Gané”.
Al profesor, ese último gesto le causó gracia. A mí, no. Cuando pude recuperarme, le avisé que le iba a decir a mi mamá que era la última clase. Que no me trajese más. El profesor dijo que yo exageraba, que tenía que entenderlo, que él lo conocía, que era su sobrino, que no era mal chico. Tal vez por eso siempre recuerdo con algo de cariño y lástima a ese muchachito, dispuesto a dejarme sin día del padre (aún no he intentado comprobarlo) en caso de ser necesario, con tal de ganar.
La parte en que mis amigos lo apalearon a la salida y yo le rompí el parabrisas al auto del profesor a escondidas no la cuento, porque no fue tan divertida, y mi madre no tiene porqué enterarse ahora, después de tantos años de creer que enfrenté la injusticia con hidalguía.
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Nepotismo marcial que le dicen, que pedazo de guacho.
Asi que asi se hizo justicia? Yo hice algo parecido, pero con el chupamedias del grado. ME arrepiento. Es mas, fuimos agrandes amigos despues de eso.
Y no, mi madre tampoco lo sabe.
Caspitas.
Bueno, cabe aclarar que yo no sabía que mis amigos habían decido darle la paliza al pibe. Fueron ellos los que se enojaron y los que lo organizaron el asunto. Yo no participé y me enteré al otro día.
Pero lo de la venganza contra el profesor sí fue cosa mía, porque creo que no tiene la culpa el chancho, sino el que le da de comer.
Alejo returns???
PD: COSA de chicos.
Cada uno tiene su forma de hacer justicia y a esa edad supongo que la que mejor creen es cagarse a trompadas. Como sea demuestra algo muy bueno de tus amigos, más siendo el pendejo ese el sobrino del profesor.
Y me sacaste una duda: siempre quise saber como se siente ese dolor porque me sorprende mucho como se retuercen, si de verdad es así me convenciste: no exageran.
Que pendejo de mierda... y el profesor también. ¿Dónde está el espíritu marcial? Es verdad que en una situación real es bastante efectivo si tenés la oportunidad, pero si son dos nenes entrenando...
Además si hay algo que no me gusta de las artes marciales, es que se hagan combates como deporte. Básicamente me parece rebajar un arte a simple boxeo... aunque se use la técnica aprendida, eso de meterse en un ring y pelear es una cagada (mucha más cagada si te cagás a palos por un "premio").
sus amigos perrogan mis mentadas palizas espontaneas, esos son amigos!!!
A nenes así hay que entregarlos desnuditos a los chicos de algún correccional de menores.
Juro que lo molería a palos!!!
Me hizo calentar ese pendejo!!
Y ojo que no soy una mujer golpeadora, pero a esos los mataría con tíos y todo!
Algún día voy a postear la anécdota de como hicimos escarmentar al hijito asesino (había matado a su hamster, le había quebrado la patita a su perrito y nos vivía pegando por que sí) de un jefe que tuve (once años el futuro Robledo Puch), de como re-zafamos con nuestro jefe cuando el lloricoso pendejo le fue a contar que nosotras (éramos tres mujeres) le habíamos pegado, de cómo nunca nunca más nos jodió ni a nosotras ni a sus vecinitos más chiquitos que siempre la ligaban.
Y juro que no soy una mujer golpeadora!!! Lo juro!!!
Que pendejo de mierda! y claro, era el sobrino, por eso le causaba gracia. Yo te juro que (ya que te acordas el nombre) lo busco y de ahora ya mas crecidito le pego unas cuantas patadas en las bolitas para que se acuerde.
Muy bien lo que le hiciste al parabrisas!
Estimado, lo suyo fue algo como "poner el otro testículo" luego de la primer agresión.
Debo confesar que por un momento me asusté un poco pensando que en cualquier momento de la historia iba a aparecer el Señor Miyagi para hacerle una frotadita mística de bolas y lanzarlo de nuevo al combate.
Yo que vos, voy averiguando el nombre completo de David, direccion, teléfono... Lo más importante: todos los integrantes masculinos de su familia.
En el caso que de acá a unos años quieras llamar a la cigüeña, y esta no aparezca (no, los repollos mágicos no existen), todos los DamosPenienses tenemos la obligación de salir a repartir patadas en las bolas para evitar que esa sangre bárbara siga esparciendose por nuestras tierras.
PD: Dos patadas seguidas? Ouch...
Mantis, luego de eso, usted tiene huevos de sobra.
Saludos.
Y sí, por algo el aforismo popular de "me revienta las pelotas" es de universal entendimiento. Al menos, don Mantis, tuvo hartos años de reposo antes de "hechar mano" de sus aporreados testículos.
¿Y qué me dicen de ese artero puñetazo en la boca del estómago, un recurso muy usado en los pleitos infantiles que deja sin respiración y da por terminada cualquier contienda?
Saludos,
Bueno che... pero habría que concederle el derecho de "cambio".
A lo mejor hoy en Día David es un gran hombre, de bien, de justicia... ¿no? ¿Por qué no?, ¿Acaso Etchecolatz no rezaba y besaba cruces durante el juicio? ¿eh?
Y si... mejor andá buscándolo. Por las dudas nomás.
Paréntesis: Be sure Aljeo will never return... or could he?
Chan chan chan...
Animal: Usted sabrá que es precisamente atentar contra el arte, cosa que se aprende de más grandecito, en el mejor de los casos.
A fin de cuentas, lo de los cinturones se inventó para estimular a los niños desde pequeños. En este lado del planeta no existe cultura de comenzar a practicar artes marciales a los cuatro años y darle derecho hasta las ochenta y cuatro, cuando "mas o menos" estás en condiciones de ser un auténtico Black Belt. Acá tiene que ser todo fast food.
Pero es que el mundo ha cambiado. Todos peleamos por un premio. Lo que pasa es que han mutado los premios y las peleas, obligando a crear combates alejados del vida -muerte o la obtención del alimento.
Pero pelear por deporte es herejía, si. Una falta de respeto a cualquier guerrero.
Don Kace: Sip... una macana que ya no nos veamos.
Cosmo: Mmm... no me estará macaneando, ¿no? Porque si disfrutó de dársela al mocoso, entonces es golpeadora.
Flor: No. A esos, mejor ni buscarlos. A rezar que lo pise un auto, pero no más que eso.
Chancho Piluqui: Si el Señor Miyagi se hacía presente, creo que no habría habido fuerza capaz de negarme la victoria. Decir factor anímico es decir poco: se me habrían vuelto de adamantum las bolas.
Pero es que yo quería pelearlo, ganarle con la técnica adquirida, mostrarle quien era mejor peleador, quien había estudiado más...
Cronida: Tanto tiempo, Don...
Si quisiera, podría averiguar los datos personales del muchacho, pero mucho sentido no tendría.
Por otro lado, y transcurrido el tiempo necesario como para que yo me dedicase a otras actividades supervisadas por maestros mucho más honorables, creo que no debería, hoy por hoy, costarme demasiado trabajo darle una paliza al fulano, o desafiarlo shirasaya en mano.
O secuestrarlo y obligarlo a ver como torturo y mutilo a sus seres queridos. Pero no tengo tiempo ni energías. Gracias, igualmente.
Pesimista: No se crea, soy bastante temeroso en ciertos aspectos.
Malaquías: El inconveniente mío era que los testículos no tienen abdominales que reforzar a fin de amortiguar el golpe.
They´re just there... por suerte a la hora de divertirse de otro modo.
Saludos orientales.
Ah nooo!
Yo le hubiera devuelto gentilezas y se las hubiera dejado de moñito.
Nada de hidalguía.
Me causó un ternuror lo de la Isla de los Wittys.
Qué muñecos más feitos y deformes!
Cruella: ¿Los wittys? ¿O los que quedaron de moñito?
Un beso, Doña.
Claro... el pibe David peleaba Kung Fu "Cumbia Villera" Style!!!
Lo unico que lamento, es que no pudiste darle un poco de su propia medicina...
Digo..., la paliza al pendejo, y el parabrisas roto, les deben haber caido como sendas patadas en los güevos, no??
Saludos!
Maurus: No, devolverle la patada habría sido crapulencia. O al menos, crapulencia de la aburrida.
El Guz: Y... la idea era generarle al tipo toda la mala sangre posible. Pero tampoco quería ver morir a nadie. Tan solo un retribución cósmica.
Que obtuve.
Noooo!!! yo sí!! O sea, retribución cósmica pero digamos que hubiese bajado Dios y les hubiese dicho "eso está mal, muy mal, y ahora... van a morir!!"
O sea, que sepan que murieron justito por eso.
Después, podría decirles... (Dios) "aahhh!!! se lo creyeron!! era un chiste! jaja!!, pero si siguen así... va a ser cierto!!!" (estas últimas palabras deberían ser dichas con voz atronadora y con un gran temblor de tierra)
Y listo...
¿Soy golpeadora?... ¿vos decís?... por que si es por mí, a este lo hubiese revoleado por el aire de las orejas con ganas.
Las acciones de sus amigos me demuestran que el karma funciona mucho más rápido de lo que me hacen creer en My ame Is Earl.
Censurable su conducta, Mamboretá. Muy censurable para un niño que Ud. era. Piénselo bien, compañero, y verá que cuando recuerda aquel episodio siente punzadas de remordimiento en el ventrículo izquierdo.
Un consejo de gil: Trate de acordarse los datos, búsquelo al Davidcito por internet, haga esfuerzos desesperados por encontrarlo, invítele un café, pídale disculpas y luego, en el preciso momento de la despedida, déle un patadón en las bolas, para que no se olvide...
Cosmo: No creo que Dios tenga tiempo para esas cosas. Me gusta creer que se toma las cosas un poco mas en serio.
Godsize: Que buena serie, esa. Y lo del karma ha regido mi vida desde siempre, aunque con un espíritu mas bien cristiano. En Married with Children, durante un capítulo que hablaba de la maldición o efecto "Bundy", en el que a Al le sucedían tantas cosas buenas como malas, estableciendo un equilibrio terrorífico, y el efecto rebote, me sentí identificadísimo. Cuanto mejor me va, peor la que se viene.
Amperio: Siempre fui inofensivo pero justiciero, compañero. Que se le va a hacer. Aunque si leyó con atención, habrá visto que yo no tuve nada que ver en la golpiza: a lo sumo serán mis amigos los que deberían pedirle disculpas. A quien yo le debería de rendir cuentas es al profesor, pero mantengo la idea de que a los malos, palos.
UAP.