jueves, noviembre 30, 2006

Guía Práctica: Seguridad Mántida al alcance de todos.

Yo por Dentro – Vida Diaria - Guías, listas, manuales, etc

Vivimos en un mundo inseguro, y muy particularmente en un país bastante descuidado respecto a ello, lo que se entiende una vez uno empieza a comprender que los poderosos, tanto a nivel político como religioso o económico, suelen tener uno o más muertos escondiditos en el placard. Más allá de eso, creo que para llegar a viejo se hace imprescindible acatar al menos un reducido grupo de directivas básicas. Como estas diez, que para empezar, están bastante bien.

1-No coma alimentos vencidos o con “muchos días de heladera encima”, nomás para hacerse el gracioso frente a sus amigos. Una mayonesa en mal estado es lo suficientemente tóxica como para difuntearlo. A usted y a cualquiera. Pero si no hay otra cosa, no salga a robar un supermercado, porque se expone a lo del tiroteo, y me imagino que al no tener para comprarse unos sánguches, menos va a tener para un revólver. Ayune.

2-Sea bueno con sus compañeritos de clase. Más le vale tener la prepaga al día, si su hobby es reírse del tímido del aula. Hoy por hoy, cualquier niño lleva consigo algo con que defenderse, mas allá de sus puñitos de nudillos débiles. Los más decididos suelen optar por los cuchillos y las armas automáticas, pero siempre estarán los improvisados que no dudarán en echar de destornilladores, tijeras, baldosas flojas o un compás Pizzini, de los caros. Bueno es también no formar parte del grupo de “populares felices y exitosos”, porque sabido es que a esos es quienes primero se apunta. Si el tímido del aula lo invita a su casa a jugar a los videojuegos, vaya. Y salúdelo siempre con un gesto amable.

3-No se deje secuestrar. Esta es importante. Si puede, evite que lo secuestren, porque en una de esas lo matan y eso es un bajón. Bueno es andar siempre hecho un rotoso, y en caso de tener padres acaudalados o de medianamente buen pasar, cambiar tanto de apellido como de lugar de residencia. Si su dinero es mucho, puede optar por un guardaespaldas, pero tampoco se confíe tanto: estoy convencido de que por cincuenta millones de dólares, cualquiera lo vende a uno.

4-No frecuente bares de mala muerte, en caso de ser un matón de poca monta. Se ha comprobado que cuando Steven Seagal sale a buscar testigos o información (Steven Seagal no necesita evidencia) al respecto de un magnate corrupto, nunca entrará a cafeterías lujosas sino que preferirá los bares ruinosos y de iluminación pobre. Por sobre todas las cosas, no entre a lugares donde haya una rocola a monedas, mesa de pool o botellas sobre la barra. Si bien la golpiza es ordenada (uno contra uno, de a uno) y rara vez conduce a la muerte (usted deberá esperar su turno, de acuerdo a donde esté sentado), siempre resulta inevitable. Si el que lo busca a usted es Charles Bronson, listo, ya fue, puede darse por finado. En nombre de todo lo que es santo, no se meta con la mujer, hija o mejor amigo de Charles Bronson. Si lo hace, estará mas muerto que Steve Irwin en un tanque lleno de rayas.

5-Si se ve involucrado en una persecución y tiroteo, procure ser el que está persiguiendo y efectuando los disparos. Esta es importantísima. Se ha comprobado que en la gran mayoría de los asesinatos, el que dispara la pistola es el que sobrevive. Y si hay varios con pistola, trate de ser quien encaje el último balazo. En caso de secuestro, cabe agregar a lo anterior, trate de ser el secuestrador.

6-No haga enojar a Dios. No hay excusa. Y si Dios se enoja, tampoco habrá escapatoria. Dios es Dios, y cuando tira, no usa balas de goma. Nunca diga algo así como “¿Y que me podría pasar?” porque le puede pasar de todo. Y me refiero a que se puede llegar a morir tres veces antes de tocar el piso.

7-En caso de dictadura militar, involúcrese sin medias tintas en actividades extremas. Como muchos saben, a la hora de desaparecer gente, los militares suelen tomar la sartén por el mango y “chupar” por las dudas, como así los revolucionarios reventar a quien quede más a mano. Se ha comprobado que involucrarse a pleno en cualquiera de los bandos (ser Jefe de las Fuerzas Armadas o de grupo subversivo) le asegura a uno luego un puesto en el gobierno con jugoso sueldo o pensión y amistades de esas que hacen que nadie piense en tocarle un pelo, ni por error. Pero no se quede a mitad de camino, porque va a ser boleta.

8-Si el borracho del pueblo le dice que vio un gremlin o un zombi, mándese a mudar. No pregunte, ni se quede a hacerse el gracioso o a esperar a ver uno. No se arriesgue. No importa si usted tiene una escopeta, mándese a mudar. Múdese a un lugar al que los zombis y gremlins no parezcan querer ir. Supóngase un Angola, o un Sudán. Pero antes, abastézcase de repelente para mosquitos y vacúnese. Y use jeringas descartables, asegurándose de que las abran frente a usted. Lo mismo con las gaseosas.

9-No saque fotos ni testifique en contra de nadie poderoso. Parece una estupidez, pero todavía hay gente que no aprendió que armarle broncas o escupirle el asado a un acusado peligroso, es meterse en problemas. Recuerde que no estamos tratando de definir si se trata de algo malo o bueno, justo o injusto, humano o inhumano, sino de sobrevivir hasta mañana. Para humano está usted: cuídese. Invierta en propiedades. Procure ser el poderoso, en cualquier caso.

10-Si se mete a una secta y una persona muy atractiva del sexo opuesto le ofrece veneno, diga que no, que pasa, que está lleno. Lo mismo si le ofrecen drogas (winners don´t use drugs) o sandía con vino (winners don´t use watermelon & wine). Así también escóndase del basilisco y no permita que se le junten la cola y la cabeza de la culebrilla. Y si es enviado a la guerra de Irak y siente que hace mucho calor, por el amor de Dios, no se quite el chaleco antibalas. Use siempre el chaleco antibalas.

miércoles, noviembre 29, 2006

La Gran Represalia Mántida

Yo por Dentro – Comestible – Vida Diaria

Resulta, que días atrás, habiendo cometido el error de depositar en mi billetera más dinero que el usual (andaba con diez pesos en vez de cinco) y de regreso a casa, caminando por la avenida, me ví tentado por un cartel que decía lo siguiente: “¼ kilo de helado: $1,50. Venta por mayor y menor”

Barato, sí. Lo suficiente como para que me den el helado más bromatológicamente peligroso jamás creado. Imaginé incluso hojitas de afeitar y jeringas usadas. El negocio (si es que así puede decírsele a un local de revoque fresco, iluminación menesterosa, olor a humedad y cortina de tiras plásticas) constaba de un sesentón despeinado y unos cuantos freezers haciendo las veces de mostrador. También había un diario y una silla. La escena era más triste que cualquier fragmento de “La Lista de Schindler”. Pero un cuarto kilo de helado a un peso cincuenta es decir: “barato”, sí.

El tipo abrió el freezer y antes de tomar un recipiente, preguntó: “¿dulce de leche y americana, chocolate y frutilla o chocolate y vainilla?” Me di cuenta entonces de que ya venían envasados y precintados. Recordé a Harrison Ford, de pie frente al precipicio. “Es un salto de fe”, me dije. “Será barato, salga pato o gallareta”. Pedí entonces el de americana y dulce de leche, pero apenas lo tuve en la mano supe donde estaba el tongo, porque el peso del pequeño envase de poliestireno expandido resultaba gracioso.

¡Epa, maestro! –le dije al estafador-. ¿Está seguro de que acá hay un cuarto?
-Así viene de la fábrica –fue su respuesta.

Resultaba obvio que allí no había 250 gramos ni por casualidad. Comparé mentalmente el peso del pote con el peso de las incontables porciones de ñoquis que tantas veces separé durante épocas pasadas (más gastronómicas) y calculé que allí no había más de180 grs., ni menos de 150grs. El precinto mismo decía (con ingenio) la capacidad del envase (aprox. 360 c.c.) en lugar del peso. Pero acostumbrado a pagar $4 los 250 grs., me decidí a llevarlo de todas maneras y probar la calidad, ya que seguía favoreciéndome matemáticamente. Se habrán dado cuenta ustedes de que para entonces ya estaba dispuesto a hacer casi cualquier cosa a fin de aprovechar la oferta.

-¿No tendrá una balancita? –pregunté haciéndome el tonto.
-Si no lo querés, no lo llevés –terminó diciéndome.

Ja. Y aunque debería de haberle dicho “metételo, forro”, opté por pagar y marcharme con el helado, lleno de curiosidad. Ya no quería el helado, sino ver lo que había dentro (léase aceptar la apuesta para ver las cartas del rival: “pago por ver”). Dos cuadras mas adelante, a la vuelta de casa, entré a una de las panaderías de las cuales soy cliente y tras saludar, pedí prestada una balanza que confesó exactamente 167 grs. Al llegar a mi hogar, le comenté el incidente a mi madre quien enseguida llamó a la comisaría, dispuesta a hablar con un tucumano amigo que allí tiene desde hace siglos. “Aprovechen. Manden un coche y van a ver que consiguen helado gratis” fue su último comentario. Ignoro lo que sucedió. Esa noche mi novia y yo disfrutamos del helado, que resultó particularmente agradable y liviano debido a la consistencia, ligera y aireada como ella sola. Una suerte de “merengue suizo de helado”, parecía. Muy rico.

Ahora bien, yo trato de ser bueno, pero cuando intento salir, ellos me arrastran hacia adentro nuevamente. No se que quiero decir con eso, pero aparece en “El Padrino”. Y como justiciero que soy, debo ejercer las leyes del equilibrio cósmico. Ya se la supe hacer a una panadera y ahora le toca al chanta éste. Aquí van las opciones, de la cuales una será llevada a cabo, dependiendo de vuestros votos. Considerando que a diario paso caminando frente al lugar, temprano, varias horas antes de su apertura, no tendré problemas en llevar a cabo cualquier acto vandálico antes de que el año termine. Va en serio la cosa.

a) Caca de perro. Poseo en casa suficiente vida perruna como para recoger 250 grs. de caca relativamente fresca. La idea es la de embarrarle toda la entrada y dejar la siguiente nota: “Esto es un cuarto de kilo, puto”

b) Cemento plástico. Alcanza con que prepare un poco de Poxipol y con la ayuda de un escarbadientes rellene todas las cerraduras. Me obligará a comprar Poxipol y tardar un buen rato (amén de cierto riesgo de ser detenido), pero a él le terminará saliendo mucho más caro y llevando todavía más rato. Ahí la gracia. Podría usar Poxiran a fin de ganar tiempo, pero no creo que resulte tan efectivo.

c) Fuego. Puedo llenar un globo con kerosene y aventárselo a la puerta. Luego, arrojar un bollo de papel envuelto en llamas y correr, total es de madrugada y rara vez hay alguien cerca. No, mejor no, a ver si un vecino sale lastimado. Esta no vale.

d) Nada, y que Dios se encargue. Hay quienes dicen que la mejor venganza es vivir feliz un millón de años, haciendo caso omiso a lo que se nos haya hecho. Pero eso es estúpido, porque nadie vive un millón de años. Esta tampoco vale.

e) Graffiti. Con aerosol, escribir algo así como “acá no entren a comprar sin balanza porque el cuarto de kilo pesa menos”. O “Acá atiende un policía ex-torturador, asesino, amigo de Etchecolatz”. También pense en "Usted, heladero, ha sido marcado por la revolución damospeniense. Tenga cuidado"

f) Caca, pero mía. Puedo llevarle el envase lleno de caca, embarrarle bien (cuidado y guante de goma mediante) toda la cerradura, la cadena y los candados de la persiana metálica y acompañar la obra de la siguiente nota: “¿Ves que no había un cuarto de kilo?”

¿Cuál debería ser la Gran Represalia Mántida?
La de la caca de perro
La del pegamento
La del graffiti acusador
La de la caca de Mantis


Ahí tienen. Si no votan, al menos tienen ejemplos de vandalismo básico para llevar a cabo.

martes, noviembre 28, 2006

La Mantis quiere saber

Yo por Dentro – Vida Diaria – Cine, tele y así - Otros

Estas son algunas preguntas que me estoy haciendo en estos días. No están relacionadas entre sí, pero eso no importa. Algunas de seguro se responderían vía Google o Wikipedia, y otras no tanto. Pero no tengo tiempo para andar saciando mis curiosidades una por una, así que voy a contar con vuestra colaboración para resolver al menos parcialmente mi existencia. Algunas les parecerán infantiles y otras tendenciosas, pero a todas las hago esperando una respuesta sensata, en serio, acá no hay nada de retórica. Bueno, es que soy así: hombre de escaso mundo, en muchos sentidos.

1-Cuando un billete viejo se pone realmente viejo, que no sirve para casi nada y está todo unido con cinta adhesiva, ¿Puede llevarse al banco y cambiarse por uno nuevito? ¿O hay que ir a la Casa de la Moneda?

2-Si uno no se opone a los casamientos entre homosexuales ni a la pena de muerte, ¿Es de izquierda, de derecha, o se contrarrestan las posturas y queda de centro? ¿Y si se opone, no pasa lo mismo? ¿Cómo funciona el Liberalismo?

3-Si frente a un asiento vacío en el tren se ubican una embarazada, una mujer con un bebé en brazos, un viejito tembloroso y un muchacho con la pierna rota, ¿A quien le corresponde más el asiento?

4-Si vas creyendo sinceramente en varias religiones y pecando de manera flagrante en todas a excepción de la última en la que estás antes de morirte, ¿Te vas al Cielo de esta? ¿O al Infierno de alguna de las anteriores? ¿Se divide el alma para sufrir en todas un rato? ¿O vas al infierno de aquellas religiones en las cuales no creíste?

5-¿No es acaso, la mejor forma de estar seguro, el pertenecer a una patota gremialista, ser puntero político o algo así? ¿No te convertís en intocable para otros delincuentes, chorros, policías y hasta para la justicia? ¿No es ese el verdadero beneficio de la política, más allá de las brutas ganancias económicas?

6-¿De donde sale el haz de luz de los sables Jedi o Sith, en las películas de la saga Star Wars? ¿Por qué hay de diferentes colores? ¿Algún color es más poderoso que otro?

7-¿Cuándo una relación deja de ser algo “incorrecto” o “no muy bien visto” para ser directamente pedofilia? Quiero decir, ponele que mi novia me deja y yo me enamoro de una chica de doce años, de esas que se desarrollan rapidito, ¿Hasta dónde se puede llegar?
¿Y si está todo bien con los padres?

8-¿Está mal creer que todo lo que sucede es movida política, y que –por ejemplo- los desmanes en el traslado de Perón sirvieron para diluir algún otro asunto? ¿No creen ustedes que Emilio Quiroz abrió fuego para justificar la mordida que debe tener todos los meses? ¿No creen que el hijo de Moyano estuvo flojo, teniendo como chofer a ese bobo que vació un cargador sin bajar siquiera a uno?

9-Un cartonero al cual le suena el celular de 500 pesos con un ringtone de un grupo de cumbia villera, ¿Viene a ser un oxímoron en mano, al estilo de la milanesa napolitana? ¿O que carajo es?

10-En un día de clima tolerable, ¿Cuál es el mínimo de cuadras a caminar antes de pensar en tomar un colectivo? Eso de no caminar más de diez/quince cuadras cuando no hay apuro, ¿no es cosa de malcriados?

11-¿Está mal pensar que a Julio López lo torturaron y asesinaron nomás el mismo día de su desaparición, y que los actos de reclamo son una suerte de velorio popular medio farandulero que deja contentos a muchos?

12-¿Qué es el reaggetón? ¿Qué bandas lo tocan? ¿Se escribe así?

Etiquetas:

lunes, noviembre 27, 2006

Hablá claro

Yo por Dentro - Madre Naturaleza

Lo de hace unos días, de las anécdotas referidas a lo bruto en los adeptos al culturismo físico fue un absoluto desastre. No creo que haya habido en Damos Pen@ un artículo menos exitoso, y estoy contando incluso a aquellos que no fueron leídos por nadie, publicados a principios del año pasado. Lo salvaron algunos muchachos como el valeroso Amperio, a quien Chinchulín terminará entrevistando aunque no quiera.

En las primeras cinco horas de estar publicado, sólo se recibieron cuatro comentarios de mujeres a las cuales les encantaba la idea de tener un brutito (o casi) para ellas. Lo que jode es que después se quejan y salen a decir que las modelos son desnutridas, taradas, que Carla Conte es fiera, que la otra está operada, que son todas gatitos que viven en pose mostrando el upite, que tienen pinta de travestis o que no servirían para nada porque no son mujeres reales con celulitis, que los hombres que dejan a sus novias o esposas siempre lo hacen cambiándolas por “una más negra, gorda, fea o chueca” y que se yo cuanta otra palabra. Eso me explica muchas cosas.

Primero: Alguien alguna vez dijo que el hecho de que la mayoría de las personas que hacen equitación sean mujeres (y a las niñas les gusten los ponys) debe tener algo que ver con eso de que tal actividad consiste en subirse encima de una criatura sudada, fibrosa, vigorosa y muscular que no sabe decir una palabra pero es feliz obedeciendo órdenes, resopla con fuerza sin molestarse y es casi por definición la quintaesencia de la virilidad y masculinidad. Por algo el polo es el delirio de los nobles británicos como el príncipe Carlos.

Segundo: Los buscan tiernos, sensibles, inteligentes y compañeros para toda la vida, pero las infidelidades se cometen con el sodero o en su defecto, con Cacho Castaña. O el sodero de Cacho Castaña. A Hugo Grant se lo crucificó por haber hecho únicamente lo que las señoras vienen haciendo desde siempre: sacarse las ganas con el más maltrecho caballito de batalla. Pero en los comments se llegó a nombrar a Carlos Tevez, homínido feo como vomitar sidra caliente por los oídos.

Pero tercero, y por sobre todas las cosas, también me hace entender lo siguiente: cuando escribo en Damos Pen@ corro el riesgo de pedir una pizza y que en su lugar se me traiga una bolsa de portland. Ya no se me entiende. Siempre creí saber expresarme con claridad a la hora de decir algo, pero veo que no es así. Perdí la capacidad de expresarme.

Por algún motivo, muchos de los comentarios fueron los que habría esperado si yo hubiese enarbolado una crítica u oposición envidiosa al culto al físico revalorizando la ortografía y las buenas costumbres a la hora de redactar algo, cuando en realidad lo que quería era reírme de un panfleto y conseguir alguna anécdota interesante. Los textos pertenecientes a la institución en cuestión podrían haber sido perfectamente corregidos por Word o una secretaria mas o menos instruida, y así y todo, la fama de “discapacitados gramáticos” que tienen los patovicas no habría resultado injustificada. Eso no importaba, no venía al caso. Pero no supe decirlo claramente.

El error fue mío. Se debe probablemente a que suelo dar por sentado que el fenómeno de que a veces no se me entienda no es sino otra manifestación de la distribución equitativa de papanatas en cualquier situación. Fui yo quien dio por sentado que quienes me leyesen iban a “llenar los espacios”. Porque ese es el problema de la comunicación: que requiere y depende de que se den por sentado cosas. Y me he encontrado con más de un experto a la hora de ignorar lo que no encaja en su perspectiva. Por eso, de ahora en más trataré de no dejar espacios en blanco. Porque el papanatas soy yo.

Me gustaría, entonces, que alguno de ustedes me contase de alguna vez en la que hayan sentido aquello de: ¿Qué hora es? Azul ¿Cómo te llamás? No, radio. Pero no me animo a pedirlo, porque no sé lo que pueda llegar a salir...

viernes, noviembre 24, 2006

Así habló Chinchulín #3

Así habló Chinchulín

Hace cosa de una semana, mi amo escribía esto.
Y hoy, en el diario salía esto.

Fue casi como una chistosa combinación de las posibilidades, un simbiote de los ejemplos tirados al azar. Cabe aclarar (doy fe) que mi amo no vendió a nadie.

Por si acaso. Porque en Damos Pen@ está prohibido el buchoneo.

Etiquetas:

jueves, noviembre 23, 2006

Amor en custodia 2: Más grosso (más grosso)

Yo por Dentro – Del Habla – Científicamente

A veces se nos presentan elementos que escriben por sí mismos un artículo (recuerden lo de los desnudistas en los velorios chinos). No suelo disfrutar de estas situaciones por completo debido a que me arruinan el estímulo del ejercicio narrativo y no requieren de demasiado esfuerzo, pero particularmente en este caso, les confieso que se me hizo agua la boca. Permítanme exponer lo impreso en un panfleto que me fue entregado recientemente en la vía pública. Antes aclaro que el interesado en vender, es en este caso, El San Fernando Centro, instituto de capacitación para instructores y entrenadores del “fitness”, inscripto en el Ministerio de Cultura y Educación (título privado) S.N.E.P Matrícula 2697/95.

-Ingresá a una actividad en constante crecimiento
-Sin requisitos de estudio ni experiencia previa
-Cuotas accesibles, amplitud horaria para cursar

¿Por qué elegir estos cursos?

Hoy más que nunca la población en general, sin distención de edad, nesecita hacer actividad física, siendo recomendada por todas las ramas de la medicina. Pero estas actividades deben ser programadas por profesionales del fitness que sepan de cómo y porque hacerlas.
El último párrafo se siente como si se estuviese viendo matar una foca bebé a garrotazos. Oro en polvo. Ahora bien, estuve pensando en la mejor forma de aprovecharlo y es por eso que vamos a hacer un juego, y ustedes podrán competir, ya que lo que busco es conseguir la mejor anécdota referida a la fama de “brutitos” de la que se han hecho los seres del tipo “futbolista/ deportista/ culturista del físico” a través de los siglos. Sí, me dirán que una cosa no hace necesariamente a la otra, o que no hace falta ir al gimnasio a buscar ser instructor de musculación para ser un analfabeto (véase al Sr. Adolfo Rodríguez Saa), o incluso que gran cantidad de profesionales del deporte son también universitarios prestigiosos, cultos y ricos en ideas más allá del título y laureles académicos, pero la idea es meterme con aquellos con quienes todavía no me las había agarrado. Estará en ellos el luego desquitarse diciendo que desnudos se ven mejor que yo y que su salud es mejor que la mía, o bien levantando un automóvil estacionado con las manos desnudas y arrojándomelo por la cabeza, entre gruñidos.

Seguro, podríamos echarle la culpa exclusivamente al antepasado de Gigantopithecus Blackii que de alguna manera logró saltarse varias etapas de la escala evolutiva y perpetró los textos impresos antes de que alguien con dos dedos de frente pudiese revisarlos. Pero no sé donde estaría lo divertido entonces. Además, si no hubiesen querido que nos burlásemos de ellos, no habrían continuado con las bestialidades en el sitio web del Instituto.


Quien envíe el texto ganador (lo definiremos a puro voto popular en los comentarios durante la semana) será entrevistado por mi esclavo Chinchulín en un futuro artículo.

Etiquetas:

miércoles, noviembre 22, 2006

¡No exajeréis, jente!

Madre Naturaleza - Religión - Comestible - Vida Diaria

El artículo de ayer me dejó pensando en la gordura y su antítesis. Y en las formas de lidiar con todos los desórdenes personales socialmente inaceptables, particularmente dependiendo de las modas. Me refiero a eso de internarse para cualquier cosa, a lo Juan Ramón Jiménez.

Empezó con las granjas para drogadictos. Ya saben: se tomaba a un grupo de fulanos y se los llevaba lejos, a que se matasen laburando de sol a sol, plantando tomates y sufriendo alejados del acceso al vicio. Una vez modificados los hábitos y sobrios los fulanos, se los devolvía al vicio, bajo amenaza de volver a encerrarlos a plantar tomates. Bueno, supongo, porque yo –personalmente- los amenazaría. Algunos volvían, otros no. Ley de la vida. Luego comenzó a aplicarse a los alcohólicos, a quienes yo también amenazaría silenciosamente haciendo reventar en mi puño una bolsa de semillas de tomate a la vez que entrecierro los ojos (a lo Forrest Gump, cuando Jenny y su novio golpeador se suben al colectivo), porque resultaría divertidísimo. No digan que no.

Pero hoy en día alcanza con poco y nada. Porque se puso de moda eso de estar estresado y padeciendo crisis nerviosas, gordura, depresión, adicción al sexo/deporte/trabajo/internet. Basta con que exageres o te excedas en cualquier sentido, porque –por citar un ejemplo- si te fue al carajo la mano con los canelones, te mandan (o te mandás) a una granja para gordos, a hacer ejercicios aeróbicos, dieta y toda una serie de tratamientos psicológicos que en teoría, ayudan más que cualquier otra cosa. Es casi como un ghetto para que los obesos no se sientan tan solos o feos, ni se aparezca algún conocido atlético y atractivo a contarles cuan grandioso fue el sexo que tuvieron anoche, o lo bien que le quedan los pantalones nuevos. Porque la clave, según parece, es la de “ofrecer y dar contención”. Eso explica las razones de que haya tanto gordo suelto, ya que la clave debería ser “dejar de tragar como un pato degenerado y empezar a mover las cachas”. Funcionaría mejor.

Pero lo que queda claro es que la única razón por la cual existen estas instituciones no es el bienestar de la sociedad o la mejor calidad de vida del interesado, sino las paladas de dinero que embolsan los dueños del circo. Por la plata baila el monito, siempre. Quien haya tenido la idea de seguro fue un empresario de la hostia, quien supo detectar la debilidad del ser humano adinerado y acompañarla con palabras lindas. Resulta obvio: si se fortalece la idea de que los resultados se obtienen en grupos de trabajo, el negocio crece junto con la idea principal y fundamental, pilar de esta movida: “Solo no puedo: que alguien se haga cargo de lo que me pasa, por ejemplo, mi panza”.

Y es comprensible, siendo que pagar a cambio de un servicio es algo a lo que nos hemos acostumbrado; por eso existen los restaurantes en los que otro se toma el trabajo de amasar y rellenar los ravioles que antes amasaba la abuela, las panaderías en las que otro decora la torta, los mataderos en los que otro se encarga de noquear a los novillos con un martillo neumático y las casas velatorias que –literalmente hablando- se hacen cargo del muerto. Pero una cosa es tercerizar para simplificar (levantar el tubo y pedir que nos traigan una pizza en vez de ir a buscarla), y otra cosa es hacerlo para lavarse las manos agregando elementos cuestionables. En un punto, a medida que uno va creciendo y dejando de ser un niño, debería comenzar a hacerse cargo de algo: no me parece sano que cualquiera tenga que abandonar todo atisbo de responsabilidad y compromiso consigo mismo a fin de sentirse mejor. Algo de ridículo le encuentro a eso de que alguien necesite que un nutricionista le confeccione una receta que diga (en otras palabras) “aflojale a las achuras aunque sea en Semana Santa, atorrante” o “comé, estúpida, que das lástima y te vas a escurrir por el desagüe”. Porque no es verdad que para todo sea necesario contar con asistencia profesional (léase psicólogoalgos, counselors, terapeutas, tutores), saliendo a compartir y “contenerse”, sentándose en el pastito junto a un montón de iguales que también creen estar enfermos y en el Sanatorio del Rosario.

Habrá quien –ateo- me dirá que el hombre lo lleva adentro, que es defecto de fábrica o error de programación: que los primeros en tercerizar algo fueron aquellos que se inventaron divinidades a fin de que otro les pudiese salvar el alma, les cuidase las cosechas y les confiriese “contención” en forma de amor incondicional y una eternidad de gloria. Y que quien encomienda su salvación espiritual a un amigo imaginario, tranquilamente puede encomendar cualquier otra cosa a cualquier otro paparulo sediento de patacones.

Que se yo. En una de esas, es así.

martes, noviembre 21, 2006

Ganado en Pie

Yo por Dentro - Comestible - Vida Diaria

Vayamos por partes. ¿Es la obesidad realmente una enfermedad? Responder a esa pregunta resulta complicado debido más que nada a las consecuencias económicas (obvio) que tendría un enunciado afirmativo.

Porque si el obeso es un enfermo, se le debe garantizar el acceso al tratamiento, la salud, la “medicina” a fin de curarlo. Eso no saldría en absoluto caro (incluso se ahorraría dinero) si el “tratamiento” se ejecutase sujeto a mis ideas y directivas, consistentes en agarrar al gordo y sacarlo a correr vueltas a la manzana, prohibiéndole el acceso a cualquier tipo de elemento comestible, como ser panchos, fideos con tuco, dentífrico o pomada Cobra para zapatos. Y si creen que eso no se come, es porque no fueron obesos. En serio. Pero el batallón de progresistas de seguro se volcaría a una alternativa que combinase una alimentación saludable con las posibilidades de un “cinturón estomacal” en casos de gordura extrema y peligrosa. Llámenme conservador, pero llevar un cinturón gástrico es el equivalente a decir “Fui un degenerado de tal magnitud, que tuvieron que ponerme un cepo en las tripas para que dejase de engullir.”

Igualmente, sabido es que antes de tajearlos, a los súper obesos los hacen perder algo del peso por cuenta propia (supongo que lo hacen para ver si en serio quieren adelgazar, y descartar a los gordos chantas que resultarían en una pérdida de tiempo). Trastornos glandulares hay, si, y los corticoides que te dan hambre también, pero mucho es sugestión y abuso de la excusa de la herencia genética. El tema es que no nos quedan suficientes recursos. Nuestro sistema de hospitales es más o menos como el de la India, con la diferencia de que las vacas son más sagradas muertas (es hipócrita que yo no tenga en casa al menos una estampita con la imagen de Manuel, mi carnicero) que vivas. Imaginar que van a tener que conseguirse nuevas camas, facultativos y fondos en un hospital que no tiene yeso o placas para radiografías, es soñar altísimo. Y ni hablar de las tarifas en las obras sociales y prepagas, que se aumentarían en un porcentaje seguramente doloroso. Tal vez incluso eso dejaría menos dinero para comprar comida, y allí el efecto positivo.

Yo creo que todo sigue dando vueltas sobre la misma rueca: la búsqueda interminable de una salida fácil. Es eso y no otra cosa lo que lleva a los lechones a gritar como desaforados y llorar en la tele a cambio de una operación y un tratamiento. Y antes de que empiecen a enojarse conmigo diré que, a pesar de todo, creo que en cierto sentido se merecen lo que piden, ya que a los fumadores diplomados se les otorga una cama a fin de que puedan llevar su enfisema con dignidad, sin hacerse preguntas ni cuestionamientos acerca del vicio que los llevó a estar postrados. I´ll give you that.

Digo yo, debería de construirse en los hospitales una nueva sala, y alojarse allí a los superobesos y a las histéricas bulímicas. Sería el Pabellón de Trastornados Alimenticios, por ponerle un nombre. Lechones a la derecha, espantapájaros a la izquierda, y en el medio, bien a la vista, los nenitos desnutridos provenientes de alguna provincia de las verdaderamente pobres, donde los chicos comen tierra por razones de las que no cabe hablar en este artículo. Y si los desnutridos son muchos y las camas pocas, supongo que se les cederá el asiento así como uno se ve obligado a hacerlo en los colectivos y trenes, con las viejas y embarazadas. Imagino que muchos gordos dejarían de atorarse y empezarían a donar, y otras tantas esqueléticas lo mismo. O tal vez se pondrían media pila y volverían a casa, sin poder levantar la cara, ya no tanto por debilidad, sino más bien por vergüenza.

En cualquier caso, sería un paso hacia adelante. No estoy en contra de los enfermos, pero sí de los tilingos y papanatas.

lunes, noviembre 20, 2006

Get yourself some pizza, you skinny bitch

Yo por Dentro – Madre Naturaleza - Comestible

La semana pasada, tuve oportunidad de enterarme de que una modelo brasilera había muerto por desnutrición, sus consecuencias o algo así. Resultó que era muy flaca, porque pesaba cosa de 40 kilos y medía un metro setenta y pico. Lo que quiere decir que hacía sombra únicamente durante el verano, probablemente al mediodía.

Dicen que comía una manzana o un tomate de vez en cuando. Hereje. Sin embargo, lo que más me llamó la atención, es que la Organización Mundial de la Salud apareció diciendo que el peso de la muchacha tendría que haber sido de 57 kilos. Eso no es mucho tampoco, que digamos, para una mujer tan alta. Luciría tal vez un poco más saludable y haría de la tarea de imaginar el sexo con ella algo más interesante (o menos filoso y anguloso), pero de todas maneras habría terminado siendo flaca.

Por contradictorio que resulte, estas mujeres tan mal alimentadas siempre terminan llegando al metro setenta y pico, si bien sus conductas nocivas en cuanto al morfi comienzan en plena edad de crecimiento. Eso me hace creer que se hace mucho ruido nomás porque está de moda luchar contra la anorexia, habiendo una “epidemia” de obesos en casi todos los países occidentales. Los españoles, incluso, han llegado a prohibir las modelos con un índice de masa corporal inferior a 18 pirulos, que se yo. Pero los españoles son exagerados para todo, y prueba de ello es que el otro día pidieron 38000 (treinta y ocho mil) años de prisión para los responsables del atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid. Digo, con cien sin posibilidad de “descuentos” por buena conducta, sobraba.

Como supe escribir alguna vez, yo también me sometí a una dieta durísima, y salí airoso. Dejé de ser gordo, pasé a ser flaco, y ahora estoy en mi peso justo y saludable. Sin embargo, en mis épocas porcinas jamás me habría animado a tanto, por el simple hecho de que hay mucha gente que no tiene para comer; jugar al distorsionado que sufre frente al espejo no me cabe (permítaseme la implacabilidad cruel y medieval). Y ya dije que no vomito nunca. Ríanse, pero me he criado en un hogar en el que con la comida no se jode. Cuestión de principios: la anorexia me parece más honorable que la bulimia. Además, mi viejo me habría empalado con una antena vieja de cable chato en el jardín de casa, a menos que mi vieja me hubiese agarrado antes y hecho algo peor, como –por ejemplo- empalarme más profundamente y subirme al techo a fin de seguir viendo la tele.

No hace falta que escriban para decirme que todo el post fue una sucesión de locuras rebatibles y no posee un hilo narrativo; tan sólo estoy tratando de ver las cosas desde otra perspectiva. Hacerlo con una mujer de 40 Kg. y 1,75 m. no debe ser muy diferente a frotarse contra una bicicleta envuelta en papel manteca, previa peluca en el manubrio.

sábado, noviembre 18, 2006

Así Habló Chinchulín #2

Así habló Chinchulín - Cine, tele y así

Hoy, mi amo descansa y yo me encargo de la música. Espero no les moleste.

Es altamente probable que el peor videoclip en la historia de la humanidad sea “Como decir que sí, como decir que no” de Diego Torres. Por otro lado, las chances de que “Interstate Love Song” de los Stone Temple Pilots sea la mejor canción para escuchar mientras se conduce un descapotable por la ruta son, podría decirse, muchas.

Aunque lo único que podemos asegurar es que “Paranoid Android” de Radiohead es imperdible, y una de las cosas más maravillosamente perturbadoras jamás llevadas a cabo por grupo de humanos que se precie de tal.

Parece que va a ser un lindo fin de semana. Salgan a pasear, uds. que pueden.

Etiquetas:

viernes, noviembre 17, 2006

Insectopia

Madre Naturaleza - Yo por Dentro

En mi casa hay muchos insectos y otros bichos. Creo que los tenemos o tuvimos todos. Incluyendo una Mantis, que no es otra que la que escribe estas líneas. (platillos) Transcurrido el chiste fácil, y siguiendo la línea de racontos anteriores, paso a destacar mi relación con cada uno de ellos:

Arañas: En mi habitación siempre hay alguna, refugiándose en los rincones y atreviéndose a cruzar de lado a lado el cuarto, llena de miedo (creo). Nunca les hago nada; me caen muy bien las arañas. A veces las hago caminar por mi mano y las devuelvo al piso, cuidando que mi vieja no las vea. Me imagino que deben llegar a su escondite re-felices de haberse salvado. Si lastimo a una sin querer, la mato rápidamente, procurando que no sufra.

Hormigas. Ya no tenemos. A las rojas no les prestaba mucha atención, porque sobrevivían a los pisotones que les tiraba (mi calzado nunca fue de suela lisa) y una vez me picó una y lloré como niñita durante horas. Las negras de cola amarillenta me caían bien. Si las mataba, lo hacía rápido y con clemencia. Las aplastaba con la yema del dedo. Pero casi siempre las guardaba en frascos, creyendo que iban a ser mis mascotas hormigas.

Babosas. Tengo, y en cantidad. Mi casa es oscura y húmeda como una mazmorra inglesa y a la madrugada algunas se pasean tranquilas, llegando incluso a la mesada de la cocina. Yo les tiro sal gruesa encima y las dejo agonizar a la vista de otras babosas. Se las dejo como un mensaje. Y al otro día mi vieja me reta por hacer un chiquero y gastar sal, las agarra con un pedazo de rolli-sec y las tira al tacho de basura, para luego limpiar y desinfectar toda la escena del crimen, ignorante del ajuste de cuentas y los códigos implícitos.

Caracoles: No sé por qué, pero me inspiraban una compasión terrible. Creo que era porque ellos eran tan lentos y se sentían seguros dentro de su casita, ¡que a mí me parecía tan frágil! Si veo uno perdido, lo levanto con cuidado y lo pongo entre las plantas. Criaturita ´e Dios…

Pulgas: No es que en casa seamos muy sucios, es que teníamos un jardín inmenso y muchos gatos que se relacionaban pugilística y sexualmente con sus semejantes callejeros. Cuando la pipetita en la nuca de mi gato era insuficiente, lo ponía panza arriba y lo espulgaba, estrellando los parásitos contra un papel blanco. Y a algunos los envolvía vivos en cinta scotch, para que se muriesen de hambre. Los dejaba a la vista de otras pulgas, o a donde creía que podrían verlos. Sí, era un mensaje mafioso también.

Garrapatas: Creo que sí somos sucios. Hubo un verano en que mi perra se llenó de ellas. Las grises gordas y llenas de sangre eran las que más se divertían, porque yo las tiraba al inodoro y disfrutaba de verlas hundirse en el vórtice acuático. Mi abuela las reventaba contra una baldosa que servía de pie a una maceta, en una situación asquerosísima. Las planitas y “vacías” (parecen arañitas) eran tan duras que pisarlas no servía de nada, por eso yo las apuñalaba con una aguja clavada en un corcho o las tijereteaba con una pinza pela-cables. A algunas las quemé con encendedores y alcohol, y a otras las envolví en cinta scotch y las guardé en un cosito de esos que trae el Kinder Sorpresa. Sí, me gustaba enviar mensajes.

Abejas: Nunca hubo muchas en casa, a pesar de las abundantes flores. Nunca me picó ninguna, tampoco.

Avispas: Nunca nada.

Moscas: Me gustaba atraparlas entre el mosquitero y la ventana de vidrio, donde quedaban zumbando y zumbando hasta que las liberaba. A algunas las dejaba atrapadas todo el día, aumentando su desesperación y dejando que otras moscas las viesen. Mensaje, ya saben…

Moscas de baño: Son las chiquititas, que no hacen ruido y parecen quedarse dormidas sobre los azulejos o el lavatorio. Las veo tan estúpidas que a veces las soplo para que se vayan, nomás.

Mosquitos: Ya escribí en otra ocasión, sucedida hace exactamente 952 días, un post muy bonito a ese respecto. Ídem las cucarachas.

Cotorritas: Me refiero a esas mosquitas verdes que se escabullen a través del mosquitero y se pegan en la televisión o cualquier cosa luminosa. Las aplasto con el dedo, pero son muchas y me ganan por cansancio.

Bicho Bolita. Encontré más muertos que vivos. Te das cuenta porque están sequitos y no se mueven, pero eran igual de aburridos. Los ignoraba.

Ciempiés: Me crucé con tan solo dos en toda mi vida, medio coloraditos. El primero me desconcertó (miedo a lo desconocido), por lo que sobrevivió. Al segundo lo levanté con un palito y lo tiré a las brasas, porque mi papá estaba haciendo un asado. Impostor… tenía –en el mejor de los casos- unos sesenta pies. Mi papá, por el contrario, tenía dos pies.

Lombrices: Me gustaba arrancarlas de la tierra. Las gordas, porque las chiquitas no valían la pena. Muchas veces me quedaba con un pedazo de lombriz en la mano nomás, pero no me importaba. Porque la lombriz sobrevivía, ¿no?

Chicharras. No las jodo, me caen simpáticas. Las viejas dicen que avisan cuando va a hacer más calor, chirriando a la hora de la siesta. Su rítmico concierto (que creo se escribiría así: ¡chichirrá! ¡chichirriá! ¡chichirriá.... chirrrriiiiiiiaaaaaaaaaá!) me provoca modorra.

No creo que haga calor si no suena al menos una chicharra.

Gata Peluda: Mi miedo a los ardores de los que me hablaban quienes las habían tocado, me obligaba a reventarlas contra el suelo, arrastrando el pie y desintegrando sus restos para asegurarme de dejarla imposibilitada de cualquier tipo de resurrección, en caso de ser ella cristiana.

Etiquetas:

jueves, noviembre 16, 2006

Mas allá de la legendaria "precisa"

Yo por Dentro - Vida Diaria - Cine, tele y así

Reconozco que me reí a carcajadas cuando me enteré (leo el diario con un mínimo de diez días de atraso, siempre) de que el equipo argentino de rally (Tango Rally Team) había sido sancionado debido a alteraciones o anomalías detectadas en los automóviles fabricados por los nipones de Mitsubishi. Aparentemente, en las “bridas” se habría llevado a cabo un trabajo artesanal que permitía el ingreso de más flujo de aire, y una mejor oxigenación del motor. No tengo ni idea de lo que querrá significar todo eso, pero en mi idioma es lo mismo que decir “el deporte argentino finalmente consiguió que a un coche le diese positivo el antidoping.”

Los pilotos dicen estar defraudados, sorprendidos en su buena fe. Lo que es lo mismo que decir: la culpa es de los mecánicos. Y yo les creo, ya que la costumbre argentina es la de pichicatear al fulano, y no a los elementos que le permiten desempeñarse en la actividad deportiva. Pregúntenle a Guillermo Cañas: resulta mucho más efectivo inyectarse medio litro de nitrógeno líquido, que mandar a fabricar raquetas un poco más grandes. Además, se nota menos a simple vista y no le complica la vida al camarógrafo.

Pero lo sugerente de la cuestión (si es que vale el calificativo) es que no me sorprendió en absoluto la noticia. Y en ningún momento dudé de la culpabilidad de los cargos. Porque era posible. Y me viene pasando con prácticamente todo lo relacionado al truchaje, falsificación, escándalo, ilegalidad (pequeña o grande) o vergüenza patria. Si alguien dice que estamos traficando droga dentro de chocolates en una colonia de vacaciones, le creo. Si dice que un argentino fue detenido en España tratando de falsificar medicamentos para oncológicos, le creo. Si me dicen que el hermano de un intendente tiene un restaurant y no paga el consumo eléctrico del mismo sino que se "cuelga" y provoca bajones de tensión en toda la cuadra, le creo. Porque creo que los argentinos, por extraño que parezca, somos capaces de todo.

Funcionamos de un modo similar al de los japoneses, sólo que en lugar de diseñar robots y descubrir formas nuevas de pelar verduras o doblar remeras, le encontramos la vuelta a eso de convertirnos en un quilombo cada vez más sofisticado y colorido. Mañana, los diarios podrían publicar en primera plana fotografías de nuestro presidente nombrando Ministro de Economía a Luis Barrionuevo, declarándole la guerra a Corea del Norte y agarrándose a trompadas con el embajador de Francia (acusándolo de haber desaparecido a Julio López en una campaña de desprestigio), y no llamar mi atención.

Porque es posible. Porque en una de esas, pasa. Me pregunto si no será peligroso que yo todavía no tenga 30 años, y ya esté tan (pero tan) curado de espanto.

Etiquetas:

miércoles, noviembre 15, 2006

Al Sábado

Yo por Dentro – Vida Diaria

5.30 a.m.
Suena el despertador del celular, tengo que trabajar. Lleno de odio, me levanto. La televisión (despertador de emergencia) se enciende automáticamente. Caliento pan, pongo a hervir agua. Sigo lleno de odio. O sueño. Es lo mismo.

6.38 a.m.
Camino rumbo a la estación de tren, se me acerca un muchacho sospechoso, cruzando la calle. “Eh, amigo… ¿No querés pelear conmigo?" Eso me despabila. Automáticamente echo un vistazo alrededor y a mis espaldas, buscando al resto de los que piensan asaltarme. No se ve a nadie y no hay muchos lugares donde esconderse. Pueden estar esperándome en algún lugar al que el tipo quiera hacerme llegar corriendo. "Vení, eh, no te la bancás, puto, te cago a palo", me dice, no le hago caso. Está probablemente bebido. Comienza a quitarse la campera. “No, gracias, tengo que ir a trabajar”, le respondo, sin aminorar la marcha pero sin detenerme ni perder distancia; sin prestarle atención pero observando todos sus movimientos. Lo dejo hablando solo pero ya he puesto mis llaves en mi mano por si tengo que quitármelo de encima abriéndole el cráneo. No, las manos sirven más desnudas, ¿en que estaba pensando? ¿quien soy? Sonrío. Un hombre de unos cincuenta años camina hacia nosotros. “Eh, amigo”, le dice el Damasgraticus Resacosus, “¿querés pelear conmigo?”. Me alejo del lugar.

7.45 a.m.

Compro chipá. Dos. Los siento todavía tibios en mi mano.

7.55 a.m.

Empieza la jornada laboral.

8.00 a.m.

Estoy nervioso. Sentado frente a la PC me arrepiento de haber comido todo mi chipá cuando se detuvo el semáforo. Diantres.

3.20 p.m. Calle Florida. Necesito llegar a una conocida casa de ropa de lana de hechura marplatense a preguntar stock. Debo ser el único no turista en cincuenta metros a la redonda. Los embotellamientos humanos y mi cercanía a dos jóvenes que conversan en inglés y camina delante de mí confunden a un gordísimo mendigo que me toma por el hombro a la entrada del local a la voz de “please, dos pesos”. Me quedo sorprendidísimo, pero alcanzo a decirle “please, get your hand of me”. El linyera interpreta mi ceño fruncido como una negativa y se vuelve humilde: “one peso, por lo menos one peso please”. Resultó que no había stock de sacos, será hasta el año que viene. “One peso” insiste cuando salgo. “¡Gwarhg, marino! ¡Tan sólo doblones tengo, gwarhg!” le respondo. Me manda a la mierda.

3.40 p.m. Abordo el tren para volver a casa. Me siento junto a la ventana y en sentido contrario al movimiento del convoy, a sabiendas de que otros van a tener que ceder el asiento antes que yo cuando las “abuelitas” y “mamis” empiecen a subir en Belgrano. Saco la última edición de “Caras y Caretas”, que mi novia me mandó comprar, me engancho leyendo. El tren se llena en Retiro, antes de partir. Sube una mujer con tres niños, uno de ellos en brazos. Se para junto al hombre que no dura mucho más tiempo sentado al lado mío. Expropiado el asiento, siguen sobrando niños gritones. El pasajero del asiento opuesto se levanta también. El mayor de los niños tendrá seis años. No para de hablar y preguntar. Habla con claridad, articulando asombrosamente un vocabulario maravilloso. Su acento es indiscutiblemente peruano. Se levanta el hombre sentado frente a mí y cede el asiento. La mujer agradece: estoy rodeado.

3.48 p.m. Arranca el tren. El niño no se queda quieto y me patea la mochila. La corro. Sigue moviéndose. La madre hace un carajo. Me pregunto si estaré listo para ser padre, mientras el niño cabecea contra mi revista como rascándose contra ella cual vaca contra poste. "Callá esa mierda, callá esa mierda, callá esa mierda" pienso. Pero la mierda no se calla. Le deseo la muerte, una, y otra, y otra vez. Pero la mierda no se muere.

4.35 a.m. Me bajo del tren en Virreyes, la mierda sigue viaje. Mientras camino pido a Dios que se me aparezca el Damasgraticus Resacosus buscando pelea. Dios es sabio, y el damasgraticus no aparece. Me siento mejor, voy rumbo a casa.

4.45 p.m. Llama mi atención un muchacho de aprox. 17 años que subido a un scooter habla por teléfono celular en plena avenida. Unas damitas del orden de las “medio pelo” que caminan en sentido opuesto lo llevan a desviar la mirada y exclamar “Chaaaau, chicaaaas”. Pumba. Un auto lo levanta por el aire y lo hace salir volando hacia adelante. Aterriza a espaldas del automóvil de vidrios oscuros del que nadie desciende. Se levanta. No se da cuenta de que ha sido víctima de un milagro, toma el scooter y sigue de largo. Me pregunto porqué no se incrustó en el parabrisas. Sonrío.

5.10 p.m. Llego a casa. Tengo sueño. Almuerzo (trago). Tomo un Ticket Plus de la “chequera” y camino rumbo a la carnicería, llevando un 68% de la camisa fuera del pantalón. Compro un buen pedazo de vacío y un pollo de tres kilos. Veintiún pesos. Casi perfecto. Saco un billete de dos y cubro el peso que falta. Moneda para el colectivo.

5.30 p.m. Trozo y deshueso el pollo. Impecable. Limpio el vacío. Impecable. Sonrío.

martes, noviembre 14, 2006

Venimos a ser algo así

Vida Diaria – Madre Naturaleza

Imagine usted que un marciano armado de un rifle de plasma aterriza frente a sus ojos y le solicita le cuente en menos de un minuto, una anécdota acerca de la que a su criterio, es la mejor forma de describir (y por consiguiente entender) todo lo referente al comportamiento de la raza humana. ¿Cuál de estas dos historias absolutamente ajenas y reales (robadas de la web) preferiría contarle?

A) “La primera vez que fui para Suecia, en 1990, uno de mis colegas suecos me recogía del hotel todas las mañanas. Estábamos en el mes de septiembre, algo de frío y nevisca. Llegábamos temprano a la Volvo y él estacionaba el auto muy lejos de la puerta de entrada (son 2000 empleados que van en coche a la empresa).
El primer día no hice comentario alguno, tampoco el segundo, o el tercero. En los días siguientes, ya con un poco más de confianza, una mañana le pregunté a mi colega: ¿Tienen ustedes lugar fijo para estacionar aquí?, pues noté que llegamos temprano, con el estacionamiento vacío y dejaste el coche al final de todo...".
Y él me respondió simplemente: "Es que como llegamos temprano tenemos tiempo para caminar, y quien llega más tarde, ya va a llegar retrasado y es mejor que encuentre lugar más cerca de la puerta. ¿No te parece?"

B) El hombre encargado de mantenimiento está reparando el termostato de nuestra oficina, hoy. Mientras conversábamos me contó acerca de una oficina con treinta mujeres (algunas de ellas atravesando la menopausia) donde nunca conseguían dejar la temperatura a un nivel que agradase (o complaciese) a todas. Entonces, él sugirió instalar 20 termostatos “falsos” (únicamente una carcasa plástica y un visor, de ninguna manera conectados al verdadero regulador de temperatura) en diferentes partes de la oficina. A todas, se les dijo que cada termostato controlaba la temperatura de la zona circundante. Problema resuelto: Cuando todas tuvieron el “control” de su propio termostato, se acabaron las quejas.

Si tiene una tercera, hágamela saber. Ilumíneme, por favor. Y resista la tentación de responder algo como: “No me gorilee”, “Si te viera el General…”, “Trataría de conseguir que me prestase la tumbera láser esa”, o “Con esta seguro que Emilio Quiroz no dejaba un solo muñeco vivo”.


Si yo puedo, usted también.

lunes, noviembre 13, 2006

ER

Yo por Dentro – Vida Diaria

A veces me pregunto si habría podido ser yo un buen esculapio. En caso de haber elegido la medicina como profesión, de seguro me habría inclinado por la cirugía, o algo que tuviese que ver con cuchillos, apuro y mucha responsabilidad. De todas maneras, imagino que en determinado momento, y a medida que los años de profesión y práctica se acumulan, remover un apéndice resulta no muy diferente a deshuesar un pollo o reemplazar el “cooler” de una PC (a veces también lo llamo cariñosamente “el molinito”).

Pero lo que más me atrae es el hecho de que pueda darle a alguien un patatús y yo sea el único capaz de salvarle la vida haciéndole una traqueotomía de emergencia con el cañito de una birome. Porque si bien el procedimiento no es el más complejo de llevar a cabo, a mí se me hace que debe ser el que más estilo tiene y de lo que más puede llegar a impresionar a una chica linda, y es por eso que aprendí a hacerlo hace un par de años,
al menos, en teoría.

Me pareció lo más recomendable, después de aprenderme la maniobra de Heimlich. Además, achurarle el gañote a un desconocido y salvarle la vida a un desconocido frente a una multitud son dos de mis metas a cumplir en esta vida. Mataría dos pájaros de un solo desconocido, o algo así.

El problema se presenta si en el preciso momento en que me dispongo a dar un paso al frente y desinfectar al tipo con un chorro de whisky, se aparece un cirujano de verdad. Porque en una de esas, el tipo tiene parte de su equipo instrumental encima, y además de quedar como un salvador, también queda como un profesional previsor. Tal vez lo que a mi me convenga sea asegurarme de que en el lugar (suponiendo que la situación ocurre en un restaurante) no haya ningún cirujano, y recién entonces, provocarle a alguien el ahogo, con un falso incendio en la cocina y explosiones que convulsionen a las viejas, o un ligero y “accidental” golpe en la espalda, dado por un mozo, previa propina generosa. Y merecida.

Siempre estoy pensando en algo, sí.

sábado, noviembre 11, 2006

Soundtracks de mi niñez #1

Vida Diaria - Cine, tele y así

Hoy viene de película la cosa, y por eso puede que a muchos no les guste. Digo, a las malas personas no les va a gustar, pero a la gente de bien, sí. O no, en fin… pero de todas maneras podemos jugar, a ver quien saca las películas que me permitieron conocer las melodías, y así poder luego buscarlas navegando por Internet, a fin de descargarlas ilegalmente a mi PC y ser mas o menos feliz. Sugiero no hagan trampa buscando en Google, porque de todas formas no hay premio, y el chiste está en decir algo así como: “¡Nooo…! ¡mirá este temaaaaa…! ¡ahhh!”


Cindy Lauper - The Goonies Are Good Eough



Earth Angel – The Plateers



You´re the Best – Joe Esposito


Y para la próxima vez les prometo no linkearlos con el nombre de la película, así nos divertimos un montón más. Tengan un buen fin de semana.

¡Ah! Entre otros, Melody Nights (la banda de mi amigo Mar77inX, co-fundador de Damos Pen@...) va a estar tocando este domingo, junto al río. Probablemente, yo vaya un ratito al menos. Prometen un día a puro PUNK ROCK, lo que quiere decir que no creo que vayan a interpretar ninguno de los temas que acabamos de oír, o a los sumo agarrarán alguno y le harán una versión punk, arruinándolo completamente. Lo siento, Martín, vos y yo sabemos que es así.

Entren acá para saber como llegar o ver el afiche.

viernes, noviembre 10, 2006

Carta Abierta a la Sociedad Watchtower

Yo por Dentro - Religión - Vida Diaria - Madre Naturaleza - Científicamente - Del Habla

Releyendo un artículo de hace algunas semanas, me percaté de que nombré la mejor pero no consideré la peor combinación posible a la hora de salvar la existencia física durante un momento de pésima salud. Esa es, sin lugar a casi ninguna duda, la siguiente.

Médico respetuoso de la fe ajena + paciente niño en necesidad extrema de dadores de sangre o transplante de órganos + padre testigo de Jehová

Y digo casi ninguna, porque muy probablemente no cuente yo con la información necesaria como para emitir un juicio digno de convertirse en materia de estudio. Aparentemente, la Biblia considera pecadísimo, el hecho de no respetar lo escrito en Hechos 15:29, referido al abstenernos de la sangre. El acto de recibir una donación de órganos es visto directamente –vengo a enterarme con gran asombro- como un acto de canibalismo. Algo así como comerte a tu cuñada, aunque en un sentido diferente al que estamos acostumbrados.

Para algunos conservadores, estos sacrificios humanos complacen a Dios. En el caso por mí planteado, el niño se moriría sin remedio, a menos que se diese un milagro. Porque el padre jamás elegiría salvar la vida de su hijo a cambio del alma inmortal del mismo. Y desde ese punto de vista, resulta comprensible y cuerdo.

Cabe decir que, tras leer un poco, me enteré de que los testigos de Jehová reciben fracciones de sangre de todos modos, en forma de productos sanguíneos aceptados, como la albúmina, sueros, inmunoglobulinas, tratamientos para hemofílicos (factores coagulantes), etc. Por lo tanto, el testigo de Jehová piola, hipócrita, New Age”, más apegado su vida física, o simplemente ignorante, cae en un razonamiento agrietado, equivalente al involucrarse en fornicación o idolatría en grados pequeños. Algo así como que un pastor evangélico le rece a Mamón de vez en cuando, o el Papa esporádicamente se coma a tu cuñada, esta vez, sí en el sentido al que estamos acostumbrados. Sé que si investigo un poco más, me daré de bruces contra las contradicciones propias de las sagradas escrituras.

Lo que igualmente no quita la siguiente reflexión, que agrega un segundo elemento en el cual pensé casi de inmediato: en este caso, la doctrina religiosa conduce a una muerte injusta o innecesaria (desde determinado punto de vista) de la misma manera en la que lo hace un aborto post-violación.

Y es entonces que me pregunto: ¿Vale sacrificar a un inocente cuando un creyente lo cree aceptable pero no vale cuando un ateo lo cree necesario? Porque, digo, la muerte del inocente alivia el espíritu de quien decide el sacrificio y se encarga de sentir el duelo, cualquiera sea el caso. No creo que el niñito Testigo de Jehová -temeroso de ganarse el Infierno eterno- quiera o necesite morirse más de lo que querría o necesitaría morirse un niño no querido ni deseado –probablemente odiado- por su atea madre, siendo fruto de una espantosa violación.

¿No tienen ambas situaciones el mismo precio carísimo, llenando un cajón de la misma manera? Ésta no es una pregunta retórica: si algún testigo de Jehová está leyendo el blog, por favor respóndame. Porque me parece justo que si por ley se va a obligar a continuar el embarazo a una persona para que luego la criatura sea dada en adopción, por ley debería de quitársele el hijo a los señores que con toda su fe y buena voluntad también encuentran en la muerte física de su hijo, la mejor de las opciones.

Presiento que después de hoy ya no hará falta que Dios me diga cual de los artículos publicados en este blog fue el que lo decidió a mandarme al Infierno en vez de al Cielo. No se siente del todo bien, les digo.

jueves, noviembre 09, 2006

¡Spare a Gold piece, Sir! ¡Spare a Gold piece!

Yo por Dentro - Comestible - Madre Naturaleza

Domingos atrás, mi novia y yo aprovechamos para llevar a cabo el primer picnic de la temporada. La idea era darnos una vuelta por Tigre. La suya, supongo. La mía, era acostarme a comer muchos sánguches, en Tigre. O en mi cama, o en el diván de un psicólogo, o en cualquier lado. Puedo afirmar sin temor a equivocarme que estando acostado y comiendo sánguches jamás la he pasado mal. Previsores, compramos todo el día anterior, a excepción del pan, que preferimos adquirir apenas antes de salir, a fin de conseguirlo fresco. Camino a la parada del colectivo (estoy a no más de quince minutos del río), pasamos por un supermercado y compramos una enorme hogaza de pan del tipo “dizque alemán”, de un kilo o más. Para el que no lo conozca, diré que es una suerte de pan de campo alargado, pero de masa blanda y húmeda, enriquecida con leche. Masa de Viena. Un pebete grandote, bah.

Desplegué el mantel sobre el césped a escasos tres metros del río, bajo la sombra de los árboles, y comenzamos a preparar los bocadillos. Tomate, huevo, queso, jamón… incluso reciclé unas fetas de fiambre que estaban en la heladera desde hacía varios días. Se comió muy rico y bien. Como el día se prestaba para un heladito, decidimos guardar con cuidado lo restante (algo de fiambre y un buen pedazo de pan) y someternos al proceso de digestión y debate acerca de los gastos y costos asociados a la náutica amateur. Transcurrida una media hora, llegamos a la conclusión de que para tener una lancha, hay que tener plata y ser un cincuentón bronceado, o el hijo de un cincuentón bronceado. Fue entonces que un hombre andrajosísimo, de unos cincuenta y tantos, sesenta años, se interpuso entre nosotros y el río, llevando una bolsa de nylon verde con sus pertenencias. Un linyera. No creo que él tuviese lancha, tampoco.
-Disculpen, chicos –dijo-, buenas tardes, yo vivo en la calle y quería saber si por favor me podían ayudar… porque, saben, yo vivo en la calle, y si me pueden ayudar con algo, para comprar un sánguche…

Por una cuestión de viáticos o supervivencia, mi novia y yo no damos monedas cuando las únicas que tenemos son unas pocas de un peso, indispensables para el colectivo de vuelta. Y un billete no doy, porque no estoy en condiciones de tanto, realmente. Si hubiese tenido centavos sueltos, se los habría dado, pero no era ese el caso. Lo mismo mi novia, fanática de las limosnas. Fue entonces que ella me recordó lo de aquel riquísimo medio pan que nos había sobrado. Abrí la mochila y se lo ofrecí, dentro de una bolsa transparente.


-Tome, lléveselo, no se preocupe –le dije.
Su lenguaje corporal fue clarísimo: ¿Tenías que tomarte tan literalmente lo del sánguche? -le faltó decir.
-Es fresco –dijo mi novia tratando de convencerlo, quizá derrotarle el silencio. Pero el tipo no respondió. Seguía mirándome como si le hubiese puesto en la mano un pingüino muerto con el cual les hubiera limpiado el sudor del trasero a los participantes de “Cuestión de Peso” tras una sesión de ejercicios aeróbicos.
-No, chicos, esto no… yo vivo en la calle…
-No tenemos otra cosa. Si no le sirve, no se preocupe, que no me ofendo –le dije, empezando a impacientarme.

Tras pensar durante un instante, el linyera esbozó una sonrisa, me devolvió el pan y siguió su camino, rumbo a otras personas mejor provistas. Al ratito, nos levantamos y comenzamos a caminar en busca del helado acordado, tratando de entender el episodio. Entonces lo vi al linyera, acercándose a un grupo de chicas. Y un cigarrillo, aceptó.

A menos que sea celíaco, por mí, se puede ir bien a la mierda. Lo único que le agradezco, son las tostadas que desayuné al día siguiente.

Etiquetas:

miércoles, noviembre 08, 2006

Así Habló Chinchulín #1

Así habló Chinchulín
Dicen que San Martín era mestizo, que era descendiente de indios. Y piden a la Comisión de Cultura del Senado que se abra un debate y una investigación.

Entonces digo yo, que soy negro y bruto, ¿Por qué mejor no dejan a San Martín para el año que viene y los investigan en serio a Kirchner y a Moyano, que están más a mano, pueden hablar, no requieren del gasto en el ADN y -en una de esas- esconden algo mucho más jugoso?

Etiquetas:

martes, noviembre 07, 2006

Preparen... Apunten...

Yo por Dentro - Vida Diaria - Cine, tele y así - Madre Naturaleza

Como ustedes habrán podido leer o escuchar, Sadam Hussein fue condenado a morir en la horca. Me confieso indocto, porque siempre supuse que los únicos condenados a morir ahorcados eran los piratas, los ladrones de ganado y el personaje de Bjork en esa película en que es ciega y obviamente, muere ahorcada, tras 140 minutos de yo rogar por ese desenlace. Porque no me gusta que se cante y baile en las películas, me parece poco serio. Deberían de haber ahorcado también al director, y guardado la soga para Ewan Mc Gregor.

Sin embargo, lo de Saddam me proporciona una poca de pena. No por la condena, que es merecidísima a mi parecer y debería también aplicarse con mucha más asiduidad a fin de zanjar cualquier inconveniente entre vecinos o parientes, sino por el hecho de que no lo dejan elegir la forma de ejecución. Apelación mediante, busca conseguir que lo fusilen, al estilo militar. Creo que debería permitírsele. A fin de cuentas, es el fin (y no el medio) lo que cuenta, en este caso.

Todo eso activó el mecanismo y me llevó a pensar en el método que yo elegiría en caso de ser condenado a muerte. Lo primero que se me ocurre es que pediría morir “de viejo y junto a mi novia (para entonces esposa)”. Fácil. La segunda alternativa sería algo así como “por debilidad y deshidratación, tras haber participado en una orgía con Carmen Electra, Scarlett Johansson, Jennifer Conelly, Elizabeth Hurley, Angelina Jolie, Romina Gaetani y alguna otra que de seguro me estoy olvidando”. La tercera sería “de SIDA, siempre y cuando me lo haya contagiado en la orgía de recién”.

Pero la cuarta, y con algo más de sensatez, de seguro tendría que ser el sepukku. Ustedes saben, el suicidio ritual por destripamiento también conocido vulgarmente como “harakiri”. Cuestión de principios, y de que por terrorífico que suene, quiero estar lo más vivo posible antes de morir. Quiero llevarme ese recuerdo a la eternidad. Me dirán que así me gano el viaje al infierno, siendo el suicidio el único pecado del cual uno no puede llegar a arrepentirse, y les daré la razón. Pero es que en caso de creerlo conveniente, Dios siempre puede evitarme el asunto eliminándome antes de que me alcancen el wakizashi. La elección será suya. Y me gustaría que eligiese la orgía, por cierto.


Habrá que ver lo que hará Saddam a la hora de enfrentarse a la horca, si es que se hacen oídos sordos a sus pedidos. Lo único que quiero es que alguien le avise que el ahorcamiento suele provocar una erección post-mortem, al quedar de pie el cadáver. Sería una picardía que desperdiciase sus últimas palabras y no dijese algo así como “¡Les molesta la dictadura cuando no la ejercen ustedes, hipócritas! ¡Arriba de esta arma de destrucción masiva van a venir a sentarse, caraduras!”

lunes, noviembre 06, 2006

¡En tu cara, Angelina!

Yo por Dentro - Vida Diaria - Madre Naturaleza

Uno, de cuando en cuando, se da un gusto y gasta un peso que podría ahorrarse. Puede ser desde una prenda de vestir hasta una falta de respeto a la dieta, pasando por unas vacaciones en algún islote de la Polinesia o una colección de películas en DVD. Todo depende de cuan grande sea el peso a gastar.

Yo no soy excepción. Llevaba tiempo fantaseando con la idea, analizando posibilidades, costos, consecuencias y un montón de otras cosas que no vale la pena explicitar en estas líneas. Y ayer, lo hice. Finalmente, me conseguí un negrito; ese esclavo con el que siempre había soñado. Permítanme presentar en sociedad a mi querido Chinchulín. Miren la foto y díganme si no es adorable. Parece decir: “¡Arroz!”.

Gracias. Sí, lo sé, yo también estoy emocionadísimo. Es reconfortante saber que si empiezo a fumar, ya tengo bracitos sobre los cuales apagar mis cigarrillos. Me gustaría poder decir que es parecido a mí, pero yo carezco tanto de la fama genital como de la melanina propia de los de su raza. También me gustaría poder decir su edad, porque no tiene papeles y no tengo ni idea de cuanto vive uno de estos, bien comido y vacunado.

Las posibilidades son tantas... Imagínense todo el uso que puedo darle nomás a cambio de un poco de cariño y algún viaje al veterinario de vez en cuando. Con un poco de entrenamiento, Chinchulín no va a tener problema en subir de nivel todas mis partidas a cualquier RPG, dejándome el camino libre para dormir, estar con mi novia o mirar televisión. Todavía no lo consulté con mi madre, pero descarto que ella pueda ofenderse si alguien más lava la ropa de vez en cuando. También albergo la esperanza de que a medida que el tiempo transcurra, gane en altura y masa muscular lo suficiente como para poder llevarme a upa, a todos lados. Porque si tengo un esclavo, ya no voy a caminar hasta la estación del tren, ni a esperar ascensores habiendo escaleras. Eso sería estúpido.

Pero el costado más feliz de la rutilante adquisición es la siguiente: lo voy a poner a escribir aquí, de vez en cuando. Acordamos que esa será la única manera en que ganará su libertad, algún día. Su sección en este blog se titulará: “Así habló Chinchulín”. También voy a mandarlo a pelearse con mi perro, al que quiero “avivar” un poco (Bugen, un ovejero alemán medio tonto, de 40 kilos y estado físico comparable al de un atleta de alto rendimiento en el momento de batir un récord mundial) y –ya que estamos- patearlo brutalmente cada vez que se me antoje, pero cabe decir que eso forma parte de la relación amo-esclavo, y no me hace sentir especial.


Creo que fui demasiado lejos esta vez. O no lo suficiente. A veces es difícil saberlo.

Etiquetas:

sábado, noviembre 04, 2006

Sábados Musicales

Yo por Dentro - Cine, tele y así

Se viene la música. En este caso, los primeros en ser recomendados serán estos muchachos afroamericanos interesantísimos, aunque no menos conocidos. No importa cuan ruín seas, ni cuan hermosa e inalcanzable parezca la muchacha; cantando esta canción te la ganás, en serio. Hacé la prueba. O mejor, hacé click sobre el link.


La segunda es interpretada por una de las bandas que me gusta debido a no más de dos o tres canciones, y jamás me impulsaría a comprar un disco, pero siempre tendrá un lugar en mis playlists. Se me hace también como que son buenos músicos, y eso influye, que se le va a hacer. Este tema es muy bonito, escuchen.


Y la tercera, parodia ella, es demasiado buena y graciosa. Su sola existencia justifica un curso de inglés y la descarga de las líricas. Para coleccionar. Da gusto irse al Infierno por estas cosas...


Que tengan un buen fin de semana. El lunes, hay sorpresa para los que siguen el blog desde hace rato...

viernes, noviembre 03, 2006

El Retorno Verde del Bloggero Errante

Yo por Dentro - Vida Diaria

A veces fantaseo con la idea egoísta de dejarlo todo, o sea, armar una mochila con todas mis cosas y mandarme a mudar, al campo, a trabajar de algo ilegal, de mercenario, de cazador de recompensas, pastor de una nueva iglesia, escritor de autoayuda o aforismos, que se yo, no se. Algo…no porque sea infeliz, sino porque a veces me aburro. Y si, a veces soy infeliz, en especial cuando me levanto cruzadísimo, viendo el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Aunque en realidad, creo que se debe a que veo mucha televisión y a que comparo mi vida con la de los malos de las películas de James Bond.

Sin ir mas lejos, un ejemplo de las consecuencias del aburrimiento es la lavada de cara que le pegué al blog, post gira bitacorera, de silenciosa y privada despedida al viejo aspecto damospeniense (negro y obviamente salvaguardado en un documento). Ahora parece más grande y limpio.

Que lindo es estar en casa… aunque pienso que si tuviera que huir de repente (ponele que me mamo y le encajo una puñalada a la hija de alguien en un asado por no haberme aceptado un chamamé), no sé que cosas llevaría. Parece que no, pero si guardás calzoncillos, medias, desodorantes, un cepillo de dientes, papel higiénico, dentífrico, una jabonerita y otras cosas básicas no queda espacio para las “utilities” que todos queremos tener encima, como cuchillos de supervivencia, navajas, la espada, guantes, una campera de cuero, anteojos negros, facos de dinero, pistolas…

Y podrá uno ser muy malo, pero si se anda con el culo paspado, se es presa fácil para cualquier cosa.

Etiquetas:

jueves, noviembre 02, 2006

Cuarto Día: La noche en vela at Caro´s Crib

Yo por Dentro - Madre Naturaleza - Cine, tele y así

Se acerca el final de la gira. Hoy les toca a ustedes darse una vuelta por lo de Carolina, quien fue la primera en aparecer al realizarse el segundo sorteo. Su blog, Insomniac in BA, es una de mis debilidades, aunque me temo que mucho se debe a que el blog es del tipo personal y a Carolina le gustan los videojuegos y el ingenio.

La conozco nomás de haber leído lo que escribe, pero ya me encuentro en condiciones de decir que es el tipo de jovencita que debería de fomentarse sobre la faz de la tierra: Despierta, rápida, relativamente compleja, poseedora de una Nintendo DS, linda y no del todo sana a nivel psicológico: un encanto. She´s what you may call "awesome girlfriend material".

El post (hagan click sobre el link que muestra una manito y pasa de verde a blanco, háganme el favor) se titula: Mirá, ma, un mamboretá! y encierra el artículo por mí denomindo: "Y eso que no estuve en China Town".

Por cierto, el hotel en el que he de hospedarme mañana no se ha decidido aún, debido a que el ganador todavía no ha respondido a mis privados. Todos tienen chance de ser elegidos, nuevamente, antes de las 16.00hs. Tengo los papelitos.

miércoles, noviembre 01, 2006

Tercer Día: Destrozando la telaraña

Yo por Dentro - Comestible - Madre Naturaleza - Científicamente - Guías, listas, manuales, etc

No importa cuantas veces lo relea, siempre va a sonar mejor ese título, que el original ("Rompiendo la telita"). Porque la señora Araña, de "Más Mala que las Arañas" fue la tercera en ser escogida por los dioses del tarro, para adoptarme por un día. Su blog es del tipo “personal”, y el artículo allí publicado es personal a todas luces, a fin de no desentonar y saldar una deuda pendiente. Se titula:

"La Dieta Mántida: Adelgace sufriendo de verdad y obtenga resultados definitivos"

No es broma, ya que así fue como conseguí adelgazar, hace casi seis años. Nunca antes había intentado una dieta, por lo que quise probar, a ver que onda, sin supervisión médica ni paranoia, de que se trataba eso de dejar de ser una montaña de carne. Y funcionó redondamente. Aviso a cualquier panzón entusiasta de las calorías, que la llevé a cabo bajo ningún tipo de control médico, por lo que no creo sea del todo recomendable. En una de esas la hacés y te morís, viste como es la cosa con todo, en esta sociedad en la que vivimos.

Mañana: Me quedo sin dormir en lo de Carolina